Si nuestra espalda fuera el conjunto de mástiles, cuerdas y velas que tiene un barco, deberíamos mantener dichos elementos en correcto estado de funcionamiento para poder salir a la mar.
Todos tenemos una espalda, siempre esta ahí porque forma parte de nuestro cuerpo. Pero si se siente de forma omnipresente, con la sensación más o menos intensa de que tenemos que hacer algo porque así no podemos continuar, es que es hora de tomar medidas al respecto.
El juego de tensiones a que se encuentra sometida la espalda necesita un mantenimiento que debe orientarse al entrenamiento del cuerpo en su conjunto. La espalda no es independiente del resto del cuerpo. A menudo, las sensaciones negativas que percibimos en esa parte de nuestra anatomía es un reflejo de las sobrecargas o deficiencias que se producen en otras zonas, también a nivel psicológico.
Disponer del tiempo necesario, en nuestras ajetreadas vidas, para llevar a cabo un entrenamiento mínimo que contribuya a fortalecer el equilibrio sostenido de nuestra sistemas musco-esquelético y neurológico es básico para combatir tensiones. También es indispensable la adopción de posturas, costumbres y movimientos cotidianos que no nos perjudiquen. La realización diaria de pequeños ejercicios y la ejecución consciente de posturas y movimientos bien dirigidos hará que nos olvidemos de nuestros problemas de espalda.
Acudir al fisioterapeuta para que valore nuestra situación, nos aconseje sobre pautas a seguir o lleve a cabo el tratamiento que corresponda, contribuirá indudablemente a mejorar nuestra calidad de vida.